"Donde termina el silencio" es una apasionante saga de cuentos breves sobre #Adolescentes. La primera entrega de historias, denominada "Episodio 1" pone el relieve relaciones tumultuosas y oscuros secretos que salen a la luz.
La serie de cuentos "Donde termina el silencio" es una metáfora que explora la intrincada telaraña emocional de la adolescencia, donde las palabras a menudo se quedan cortas y los secretos pesan más que las verdades. Cada relato desafía el silencio que rodea a los jóvenes al enfrentar sus miedos, revelar sus pasiones y buscar la autenticidad en un mundo que a menudo los presiona a mantener la quietud. A medida que los personajes encuentran el valor para romper el silencio que los rodea, descubren la fuerza de su propia voz y la posibilidad de transformar sus vidas.
¿Cómo se hizo?
Las historias nacen de conflictos inspirados en series para adolescentes de plataformas como Netflix. Los mismos fueron reelaborados y adaptados a un entorno local. Cada estudiante recibió un conflicto al azar y escribió su historia con total libertad, solo respetando el disparador de la trama.
Las ilustraciones están realizadas con la utilización de diversas plataformas de IA (inteligencia artificial). Recurso con el que los estudiantes también trabajaron -en determinadas historias- para definir un estilismo narrativo asimilable al de grandes autores como por ejemplo Borges, Poe, Cortazar o al de directores de cine de gran impronta estética. Para lograrlo se diseñaron estratégica y conceptualmente los comandos o prompts para la IA y se puso énfasis en que la edición final de la historia sea de puño y letra de cada alumno.
Estas producciones corresponden a Lengua y Literatura 4° 2° TM. Profesor: Pablo Prieto.
INTRIGA Y PASIÓN: EL MISTERIO DE LAURA Y DIEGO
Jazmin Trussi
Laura, una adolescente de inmensa creatividad, luchaba en un torbellino de expectativas académicas que amenazaban con sofocar su pasión. Su excelencia escolar, si bien admirada, encadenaba sus ansias de libertad artística.
Un día, en medio de una aburrida clase de matemáticas, un chico peculiar capturó su atención. Pantalones a cuadros violetas y un cardigan de lana: algo en su apariencia le era extrañamente familiar, y esa familiaridad la sumió en un abismo de pensamientos.
El misterioso chico, Diego, recién llegado a la ciudad, tenía un pasado del que huía. Músico apasionado y desvinculado de preocupaciones académicas, su misión en aquel intercambio era escapar de su propia historia.
El recreo finalmente llegó, y Laura, en compañía de su única amiga, emprendió la búsqueda del enigmático joven. Impulsada por una curiosidad insaciable, se acercó a él, sin necesidad de excusas, mientras la preceptora urdía un plan para unir sus caminos.
Laura se presentó ante Diego, y él solo compartió su nombre, aceptando su ayuda. Al día siguiente, en el taller de banda, Laura esperaba entonar melodías, pero en su lugar, Diego hacía retumbar la batería. Confundida pero decidida, lo siguió por los pasillos, pronunciando su nombre con un acto impulsivo.
Diego, presa de los nervios, se retiró sin pronunciar palabra. Una semana después, la verdad asomó: el deseo mutuo era innegable, pero su inminente partida impedía que se entregaran por completo al sentimiento. Laura, a pesar de las dudas, aceptó la situación, aunque intuyó que Diego escondía un oscuro secreto.
CUANDO LAS MARIPOSAS SE ADUEÑAN DE TU ESTÓMAGO
Rocío Larrosa
Carlos gustaba de Valeria. En una típica historia de amor, este confesaría sus sentimientos por ella y terminarían saliendo, pero la realidad es diferente. Al ser hijo de un político reconocido, en él caían responsabilidades y expectativas que él se veía obligado a cumplir, tales como seguir los pasos de su padre en la política y casarse con una mujer de clase alta, preferentemente rubia de ojos celestes. Mas sabiendo lo que se esperaba de él, Carlos no pudo controlar su atracción por Valeria. Ella era una talentosa atleta, y se la notaba muy apasionada por lo que hacía. Cuando Carlos se acercó a ella con la excusa de ser amigos, descubrió que era una chica bondadosa y humilde, que no lo trataba diferente solo por ser de familia adinerada. Es así como Carlos resultó inevitablemente enamorado de Valeria, de sus ojos marrones y de sus manos llenas de heridas; de su amabilidad y de su sonrisa chueca.
Cuando Valeria le pidió ayuda con la escuela, Carlos aceptó ayudarla con entusiasmo. Por un segundo, él se sintió feliz de que su padre lo presionase a sacarse buenas calificaciones. Ella lo invitó a la casa, en donde conoció a su hermana pequeña. Valeria le contó sobre la difícil situación económica de sus padres y como ella tenía que encargarse de cuidar de su hermana en todo momento. Dicha conversación solo le recordó las diferencias entre ellos, y mientras le explicaba los temas que aprendieron en química, en ningún momento pudo tragarse el nudo en su garganta. Mientras pasaban las semanas y Carlos empezó a ser un invitado recurrente en la casa de Valeria, él decidió invitarla a su casa esta vez. Incluso le sugirió ir a buscarla con su chofer personal, regalo de su padre para su cumpleaños de 16. Pero para la desdicha de Carlos, Valeria le dijo que no, ya que tenía que cuidar a su hermana y practicar para un torneo de atletismo que iba a ocurrir en la semana posterior. Carlos se tragó las invitaciones para después del torneo, decidiendo que presionarla no sería lo más adecuado.
Es así que Valeria participó en su torneo y se ganó un viaje a una ciudad a la que él había ido ya un par de veces. En esas semanas que pasó sin verla, se dio cuenta de lo difícil que era vivir su día a día sin su presencia. Fue ahí que decidió que no iba a ocultarse más, y tan pronto como Valeria volvió de su viaje, y él fue a su casa de nuevo y le dijo lo que sentía entre palabras entrecortadas y sudor. Cuando Valeria se quedó muda ante su confesión,
quiso retractarse y fingir como que no había pasado nada, pero cuando Valeria lo abrazó y le dijo que sentía lo mismo, las mariposas en el estómago de Carlos explotaron. El día más feliz de su vida se amargó en cuanto recordó la existencia de su padre y en el hecho de que en algún momento tendría que contárselo. Sin embargo, después de considerarlo, decidió dejarlo para después. En ese momento, él quería disfrutar de un noviazgo con la chica que más amaba.
LOS LÁPICES DESVANECIDOS
Fermín López
En el oscuro primer día de clases en la Escuela de Bahía Blanca, Alicia, la hija del enigmático director del instituto, comenzó una nueva etapa llena de nerviosismo y ansiedad. Desde el principio, se preocupó por la difícil tarea de hacer nuevos amigos en un entorno desconocido. Al adentrarse en el instituto, quedó impresionada por la magnitud del lugar en comparación con su pequeña escuela primaria.
Después de su ingreso al aula, Ana, como prefería llamarse, temía ser rechazada debido a la influencia de su padre, un director firme con los nuevos alumnos. La mañana se hizo interminable, y su propia inseguridad la llevó a intimidar a sus compañeros sin quererlo.
Tras un primer día de clase en el que no logró hacer amigos ni socializar con nadie, Ana decidió acercarse al chico más reservado de la clase, Juan. A simple vista, Juan podía parecer intimidante, pero bajo esa fachada se escondía una personalidad amable y comprensiva. A pesar de su bondad, Juan nunca había conseguido hacer un amigo genuino.
De la noche a la mañana, una extraña situación comenzó a desarrollarse en el instituto: lápices desaparecían sin dejar rastro. No faltaban mochilas, carpetas ni cartucheras; solo los lápices se volvían invisibles. Al principio, esto pasó inadvertido, pero las quejas de los padres sobre la constante necesidad de comprar lápices negros nuevos comenzaron a llegar.
El padre de Ana, sumido en otros problemas menores, no le dio importancia a la misteriosa desaparición de los lápices. Sin embargo, Ana decidió tomar cartas en el asunto y formó un grupo estudiantil llamado el "Grupo Azul" para resolver el enigma.
A pesar de su impopularidad en la escuela, solo Juan se unió a Ana en su búsqueda. Juntos investigaron meticulosamente cada aula y a cada alumno, pero los lápices seguían desvaneciéndose.
Una mañana, Ana descubrió una carta amenazadora en su pupitre. Rápidamente dedujo que el autor era el responsable de las desapariciones de los lápices, y esta vez exigía que detuvieran su investigación. Ana respondió a la carta y la depositó debajo de una mesa en el patio interno. Durante el recreo, una pelea entre alumnos ocultó la mesa de la vista de Ana, quien corrió hacia ella para encontrar que la carta había desaparecido.
A medida que el tiempo se agotaba, Ana sintió la urgencia de enfrentar al responsable. Siguiendo una pista, llegó a una habitación abandonada en el instituto. En la penumbra, descubrió un espejo que reflejaba múltiples fragmentos de su propio rostro, revelando que sus fragmentos de personalidad habían cobrado vida propia y eran responsables de las desapariciones de los lápices.
NO TODO ES LO QUE PARECE
Benicio Monney
En la ESRN N°3, el ambiente solía ser relativamente tranquilo, aunque ocasionalmente surgían conflictos entre los alumnos. Para abordar estos problemas, se formó un centro de estudiantes donde los estudiantes postulados podían discutir diversas preocupaciones.
Paula, una estudiante de tercer año, inicialmente no mostró mucho interés en unirse al centro. Sin embargo, cambió de opinión después de una conversación con su querido hermano Mateo, un estudiante de quinto año conocido por su buena conducta y su respeto hacia sus compañeros y profesores. Paula le contó acerca de la posibilidad de unirse al centro de estudiantes, y Mateo la inspiró a unirse para apoyar a sus compañeros y fomentar el compañerismo en la escuela.
Al día siguiente, Paula decidió contactar a uno de los miembros del centro de estudiantes para expresar su deseo de unirse y compartir sus ideas e inspiración proveniente de su hermano Mateo.
Después de una evaluación por parte de los miembros del centro de estudiantes, reconocieron el gran potencial de Paula y le asignaron el cargo de consejera.
Una de las primeras acciones de Paula en el centro fue reunirse individualmente con los estudiantes con problemas para comprender mejor las necesidades y desafíos en la escuela.
El centro de estudiantes funcionó de manera efectiva durante varios meses hasta que un día, mientras Paula esperaba ansiosamente a otro estudiante que compartiera sus problemas, apareció Luis.
Luis, un estudiante de primer año, era tímido y se notaba claramente su incomodidad al hablar con Paula. Paula lo alentó a abrirse acerca de sus problemas, y Luis comenzó a tartamudear mientras hablaba de ser víctima constante de acoso por parte de otro estudiante. A pesar de su sufrimiento, Luis se resistía a revelar el nombre del agresor, lo que preocupaba a Paula, quien deseaba ayudarlo.
Luis relató cómo era amenazado tanto dentro como fuera de la escuela, incluso siendo seguido hasta su casa por su acosador.
El tiempo asignado para la reunión de Paula con Luis llegó a su fin, y ambos regresaron a sus clases. Sin embargo, Paula decidió acompañar a Luis hasta su casa para conocer más sobre su situación.
Para su sorpresa, a solo media cuadra de la casa de Luis, apareció Mateo, el hermano de Paula, con una mirada llena de odio y malas intenciones. La sorpresa no fue solo de Paula, ya que Mateo también se quedó atónito al ver a su hermana apoyando a su víctima.
Mateo inicialmente intentó escapar, pero luego cambió de opinión y se enfrentó a Paula y Luis. Ante la pregunta de “¿Por qué?”, Mateo rompió en llanto y explicó la presión que sentía por encajar y cómo encontró una salida para sus pensamientos oscuros al acosar a alguien más vulnerable.
Paula, llena de empatía, asumió su papel como consejera para mediar en la resolución del conflicto. Ayudó a Mateo a expresar sus sentimientos de una manera más saludable y comprensible, lo que alivió su carga. Con la mente más clara, Mateo se disculpó con su inocente víctima, y ambos resolvieron sus problemas.
EL CLUB SECRETO
Carmela Araneda
Elena, una adolescente apasionada por la literatura, siempre había sentido una fuerte curiosidad por los libros antiguos de su padre, resguardados en el ático de su hogar. Su padre, un respetado profesor en la escuela local, también estaba involucrado en un enigmático club literario secreto.
Un día, mientras exploraba el ático, Elena encontró un libro misterioso que escondía una carta en su interior. La carta la invitaba a unirse a ese mismo club literario secreto. Sorprendida pero intrigada, Elena aceptó la invitación sin dudarlo.
Días después, siguiendo las instrucciones de la carta, Elena se aventuró hacia una ubicación desconocida. Allí, se encontró con Alejandro, un enigmático estudiante que lideraba el club. Desde el primer instante, Elena sintió una conexión especial con él, pero también percibió que ocultaba secretos oscuros.
A medida que se reunían en lugares clandestinos para debatir cuentos ocultos y prohibidos, Elena fue conociendo más sobre Alejandro. Comenzó a sospechar que este ocultaba actividades ilícitas y peligrosas relacionadas con la venta de libros. Preocupada por la seguridad de los miembros del club, Elena decidió emprender una investigación por su cuenta.
Con la ayuda de sus nuevos amigos del club, Elena desveló los secretos que Alejandro había estado escondiendo. Descubrieron que estaba involucrado con individuos peligrosos dispuestos a cualquier cosa para proteger sus intereses, incluido el padre de Elena.
A pesar de estar sorprendida y desconcertada, Elena no se atrevía a revelarle la verdad a su padre, ya que también le estaba ocultando su participación en el club secreto.
Las sospechas de Elena sobre su padre no cesaron, y junto a sus amigos, decidieron explorar el sótano de su casa, donde encontraron un libro que revelaba información sobre antiguos jerarcas nazis refugiados en Argentina.
Harta de las mentiras de su padre, Elena decidió enfrentar la situación. En una noche llena de tensión y emociones, se enfrentaron cara a cara. A pesar de su miedo, Elena no permitió que la paralizara y con valentía expuso los oscuros secretos de su padre, desafiándolo a enfrentar las consecuencias.
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